¿Están tus líderes atrapados en el torbellino de lo inmediato?
Hay un tipo de liderazgo que, sin quererlo, termina perdiéndose en su propio ritmo: aquel que vive con la agenda desbordada, el móvil vibrando todo el día y una reunión tras otra. Es lo que podríamos llamar liderar en modo urgencia. Y aunque a corto plazo pueda parecer eficaz, en realidad es una trampa silenciosa que erosiona la estrategia y agota a los equipos.
Cuando lo urgente lo ocupa todo, lo importante desaparece.
Los espacios de reflexión se diluyen, las decisiones se toman sin maduración, y la planificación estratégica se convierte en un lujo para “cuando haya tiempo”, un momento que, por cierto, nunca llega. Vivir así no solo perjudica a la persona que lidera, sino también a su equipo, que funciona en modo alerta y pierde referencias estables.
Esto no va de trabajar mucho. Va de trabajar sin foco.
Lo más peligroso de esta forma de liderar es que se vuelve adictiva: cada imprevisto resuelto a toda velocidad genera una pequeña dosis de adrenalina. Y sin darnos cuenta, dejamos de liderar con visión para liderar con prisa. Una prisa que, a medio plazo, cuesta caro: proyectos estancados, errores que se repiten, desgaste emocional.
Pongamos un ejemplo real.
Una empresa de servicios tecnológicos premiaba constantemente a sus líderes más “resolutivos”, los que estaban disponibles a todas horas y reaccionaban al instante. Seis meses después, tenían un índice de rotación de personal disparado y los proyectos estratégicos bloqueados. ¿El motivo? Nadie estaba pensando a largo plazo.
Desde Recursos Humanos, es clave detectar si nuestros mandos intermedios están atrapados en esta dinámica. No para señalarlos, sino para ayudarles. Para acompañarles a recuperar el control de su agenda, a poner límites, a aprender a delegar, a priorizar desde la calma.
Te propongo hacerte algunas preguntas incómodas:
¿Hay espacio en nuestra organización para pensar antes de actuar?
¿Estamos premiando la velocidad más que la visión?
¿Nuestros líderes sienten que tienen tiempo para liderar… o solo para apagar fuegos?
Si la respuesta no te convence, quizás es hora de actuar.
Facilitar formación en gestión del tiempo, abrir conversaciones sobre prioridades, revisar los indicadores de desempeño o incluso cuestionar qué estamos valorando como cultura organizacional puede ser el primer paso para cambiar el rumbo.
Porque liderar no es correr.
Es saber parar, observar, decidir y construir.
Y esa capacidad también se entrena.
Carlos Jiménez
Consultor y Formador en Liderazgo y Desarrollo de Equipos
Formador y consultor especializado en el desarrollo del Liderazgo y Trabajo en Equipo. Casi 40 años de trayectoria acompañando a personas y organizaciones en procesos de cambio profundo y sostenible. He fundado y liderado más de 30 proyectos en ámbitos empresariales, sociales y deportivos, y he acompañado a más de 500 iniciativas como mentor, consultor y formador, siempre con el propósito de generar impacto real y cambios transformadores.
Autor de seis libros sobre Liderazgo y Trabajo en Equipo y comunicador con más de 20 años de trayectoria en radio.
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