Las empresas que crecen son las que apuestan por líderes que hacen crecer.
Durante años, el liderazgo se asoció con una posición de privilegio, como un reconocimiento reservado a quienes demostraban ser los más brillantes. Ese modelo dejó una huella profunda en la gestión tradicional, basada en la idea de que el líder debía ser el más rápido, el más experto, el más capaz. Sin embargo, esta visión olvidó un principio esencial: liderar no es brillar más, sino hacer brillar a los demás.
Hoy se consolida otra forma de entender el impacto del liderazgo. El valor real no se mide por lo que logra quien dirige, sino por la evolución de su equipo. En este enfoque, el líder deja de ser protagonista para convertirse en facilitador del talento colectivo, en el profesional que impulsa el desarrollo de cada miembro del equipo para que el resultado conjunto supere cualquier aporte individual.
Este cambio de perspectiva rompe con hábitos arraigados. Durante décadas se premiaron la respuesta inmediata, la decisión individual y el control como garantía de eficacia. Pero en un contexto donde la complejidad y la diversidad aumentan, los equipos necesitan líderes capaces de observar, comprender dinámicas, acompañar procesos y desarrollar capacidades, no de ocupar el centro de la escena.
La transformación exige también un giro en la gestión del tiempo. La práctica más sostenible apunta a que un líder dedique el 80% de su energía al análisis del funcionamiento del equipo, a planificar mejoras, formar, acompañar y desbloquear procesos, dejando solo un 20% para tareas técnicas. Aunque pueda parecer contraintuitivo, este reparto es el que impulsa equipos realmente autónomos, comprometidos y en evolución constante.
Cuando un líder invierte tiempo en desarrollar a las personas, está construyendo futuro. Observa con rigor los puntos fuertes, identifica áreas de mejora sin juicio y facilita dinámicas que potencian capacidades. Este estilo se sostiene en la paciencia, la escucha y la humildad. No busca reconocimiento personal, porque la mayor satisfacción llega al comprobar que el equipo crece y avanza por sí mismo.
El caso de Marta ilustra esta transformación. En una empresa tecnológica de tamaño medio, asumió un equipo con alta rotación y bajo compromiso. Su enfoque fue claro desde el primer día: priorizar el desarrollo del equipo antes que intervenir en exceso. Durante tres meses observó, escuchó, analizó roles y detectó talentos. Después reorganizó funciones, ofreció formación específica y estableció espacios de revisión periódica. Hoy es uno de los equipos más estables y productivos de la compañía. Marta nunca habla de su éxito. Solo afirma que “lo han conseguido ellos”.
Desde la Dirección y desde Recursos Humanos, esta mirada abre una oportunidad estratégica. Impulsa un modelo de liderazgo más humano y más eficaz, que convierte a las empresas en espacios donde el talento se cultiva y no se desgasta. Para avanzar en esa dirección, resulta determinante redefinir el rol del líder como desarrollador de personas, proporcionar formación en acompañamiento y feedback, y diseñar indicadores que midan no solo productividad, sino calidad del liderazgo. También es clave generar espacios donde las personas que lideran puedan aprender unas de otras y consolidar una cultura que premie no al líder más visible, sino al que genera mejor crecimiento.
Las organizaciones que apuestan por este modelo logran equipos más capaces, más creativos y más comprometidos. Equipos que encuentran en su líder no un supervisor, sino un aliado para crecer. Y cuando eso sucede, el ego deja de ocupar espacio y el liderazgo empieza, de verdad, a dejar huella.
Si tu organización está trabajando en mejorar su modelo de liderazgo o desea acompañar a sus líderes en este camino, será un placer explorar juntos la mejor estrategia.
Firma:
Carlos Jiménez, Consultor y Formador en Liderazgo y Desarrollo de Equipos y Talento
Formador y consultor especializado en el desarrollo del Liderazgo y Trabajo en Equipo. Casi 40 años de trayectoria acompañando a personas y organizaciones en procesos de cambio profundo y sostenible. He fundado y liderado más de 30 proyectos en ámbitos empresariales, sociales y deportivos, y he acompañado a más de 500 iniciativas como mentor, consultor y formador, siempre con el propósito de generar impacto real y cambios transformadores.
Autor de seis libros sobre Liderazgo y Trabajo en Equipo y comunicador con más de 20 años de trayectoria en radio.
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