• Sociedad Socorristas en huelga indefinida por dignidad y seguridad

      

    02/09/2025 | 20:40   |   Redacción 

    Socorristas en huelga indefinida por dignidad y seguridad

    Denuncian salarios precarios, falta de recursos y condiciones que ponen en riesgo a bañistas y trabajadores en Las Palmas de Gran Canaria.


    Por Redacción | RADIO LAS PALMAS

    Los socorristas de Las Palmas de Gran Canaria han dicho basta. Desde el lunes mantienen una huelga indefinida con la que buscan visibilizar una situación que, según denuncian, pone en riesgo tanto sus vidas como las de los bañistas. David Molina, portavoz del colectivo y representante sindical de la CGT, expuso en la tertulia La Otra Mañana de Radio Las Palmas, dirigida por Asunción Benítez, las duras condiciones en que trabajan quienes deben velar por la seguridad en las playas de la ciudad.

    El colectivo cifra en más de 300 rescates y 600 asistencias sanitarias las actuaciones que realizan cada año. Sin embargo, muchos de sus miembros apenas superan los mil euros de salario mensual, con casos de compañeros obligados a acudir a bancos de alimentos. «No es normal que salvemos vidas y no lleguemos a fin de mes», señaló Molina.

    Colaboradores y protagonistas en «La Otra Mañana», programa dirigido por Asunción Benítez. De izquierda a derecha: David Molina, Guillermo Robaina, Pedro Hernández, Amador Pérez y Clodobaldo González.


    Accidentes evitables

    Uno de los episodios más graves que ilustran la precariedad del servicio ocurrió en las piscinas naturales de La Laja, donde un niño de tres años sufrió un accidente que lo dejó tetrapléjico. «Ese día faltaba personal, deberían estar cinco socorristas y solo había dos», explicó el portavoz, convencido de que la historia pudo haber cambiado con una vigilancia adecuada.

    La situación laboral tampoco invita al optimismo. El comité de huelga denuncia que la empresa y el Ayuntamiento fijaron unos servicios mínimos del 77%, lo que en la práctica impide a muchos trabajadores secundar la protesta. «Paradójicamente, hay más socorristas en huelga que en días normales», aseguró Molina, que considera esta medida una falta de respeto a los derechos laborales.

    Convenio pendiente

    Los trabajadores reclaman un convenio específico para Canarias, similar al de Baleares, que les permita dejar atrás el actual marco legal que los equipara a monitores de gimnasio. También piden mejoras en infraestructuras: torres de vigilancia modernas que reduzcan la exposición a la radiación solar, espacios de descanso libres de plagas y vestuarios que cumplan con el plan de igualdad. «Hay días en los que tenemos que apartar cucarachas o excrementos de roedores para poder comer», lamentó Molina.

    La huelga, aseguran, no es solo por ellos. «Estamos luchando por los socorristas de toda España», afirmó el portavoz, convencido de que la movilización marcará un antes y un después. Con una plantilla reducida y un servicio considerado esencial pero sin reconocimiento real, los socorristas han encontrado en la protesta la única vía para reclamar dignidad.

    Un impacto colectivo

    La protesta trasciende lo laboral y alcanza a toda la ciudad. Las playas de Las Palmas de Gran Canaria, en especial Las Canteras, son uno de los principales atractivos turísticos del Archipiélago y punto de encuentro para miles de residentes. Su seguridad depende de un servicio que los propios trabajadores definen como «infradotado» y «olvidado por las instituciones». Cada deficiencia en el socorrismo supone un riesgo añadido para bañistas, familias y visitantes. En un territorio que encabeza cada verano las campañas de prevención de ahogamientos, la huelga plantea un debate de fondo: si la protección de la vida en las costas debe seguir viéndose como un gasto o como una inversión imprescindible en bienestar, salud pública y proyección turística.

    Apoyo ciudadano

    La ciudadanía, según remarcan, también empieza a mostrar su apoyo. Han habilitado una caja de resistencia para sostener la huelga y no descartan intensificar las acciones si no se producen avances. «Cuando ya no tenemos nada que perder, solo queda luchar», concluyó Molina.

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