El hijo del pintor y urbanista rescata en El Rincón del Arte la huella creativa y humana de un artista adelantado a su tiempo.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
El programa El Rincón del Arte, dirigido por Rogelio García en Radio Las Palmas, dedicó una edición especial al legado de Pedro del Castillo-Olivares y Manrique de Lara (1922 - 1989), artista, urbanista y figura esencial de la cultura grancanaria del siglo XX.
En una conversación emotiva con su hijo, Pedro del Castillo, el espacio recuperó la historia de un creador polifacético cuya vida fue una lección de arte, sensibilidad y generosidad.
En la imagen, Rogelio García, Pedro del Castillo hijo y Clodobaldo González al finalizar una nueva edición de El Rincón del Arte.
Raíces y formación pictórica
Desde niño, Pedro del Castillo-Olivares mostró una inclinación natural hacia el dibujo. La influencia de su padre y la orientación del maestro Nicolás Massieu marcaron su primera etapa formativa.
Más adelante encontró en la acuarela su medio expresivo. Se formó con Francisco Bonin Guerin, profesor exigente que también había guiado a artistas como Manolo Millares y Pedro González.
Una anécdota define su aprendizaje. Bonin Guerin le repetía que debía usar mucha agua en la acuarela. El joven pintor lo intentó sin éxito hasta que, un día, comprendió que el secreto estaba en la entrega y no solo en la técnica. Aquella revelación transformó su manera de entender el arte.
El artista generoso y el padre humanista
A lo largo de su vida, Pedro del Castillo-Olivares combinó el talento con una gran generosidad. Donaba cada año una obra a los estudiantes de Arquitectura para que la rifaran y pudieran financiar sus viajes de estudios.
También ofreció cuadros a causas comunitarias. Entre ellas, la reparación del techo de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Tafira, donde su solidaridad se convirtió en ejemplo para quienes lo rodeaban.
Su sentido de la familia era tan profundo como su compromiso social. Cada uno de sus cuatro hijos conserva un ramo de flores pintado con dedicatoria y firma en una esquina distinta. Un detalle que refleja la ternura y el equilibrio emocional del artista.
El creador del paisaje canario
La obra de Pedro del Castillo-Olivares está íntimamente unida al paisaje de Gran Canaria. Su mirada combinaba la precisión del arquitecto con la emoción del poeta visual.
Convertía escenas cotidianas en composiciones luminosas. Las buganvillas, las laderas y las casas antiguas adquirían una vida renovada bajo su pincel.
Aunque muchas de sus obras se realizaban en el estudio, nacían de la memoria y del contacto constante con el entorno rural y urbano. Esa fusión entre realidad y evocación convirtió su pintura en un espejo idealizado de la isla, reconocible y soñada al mismo tiempo.
Paso de cebra, Barcelona. Fuente: IG @pintorpedrodelcastillo
La Sinfonía del Color, el alma en doce cuadros
Tras sufrir un infarto, el artista se refugió en la lectura y en la reflexión. Aquella pausa lo condujo hacia una nueva etapa creativa orientada al surrealismo.
De esa transformación surgió La Sinfonía del Color, una serie de doce acuarelas que exploran la conexión entre arte y vida interior. En una de ellas representó un fondo de ojo con una precisión sorprendente. En otra plasmó la enfermedad a través de tonos verdes que evocaban el cáncer.
La octava obra, la única que mezcla acuarela y acrílico, muestra una tela de araña donde parece detenerse el tiempo. La colección, custodiada en la Fundación Mapfre Guanarteme, resume su madurez artística y su búsqueda espiritual.
Un urbanista adelantado a su tiempo
Además de pintor, Pedro del Castillo fue un urbanista con ideas avanzadas. Ideó un gran parque en la zona del antiguo cuartel de San Francisco, hoy Parque Hermanos Millares. En su diseño incluía un reloj solar y espacios para exposiciones y paseos.
También elaboró proyectos para San Bartolomé de Tirajana. Entre ellos destacó un monumento inspirado en el ídolo de Tara, un paseo junto a las dunas con pérgolas y duchas, y quioscos que se integraban con el paisaje.
La mayoría de esas propuestas fueron entregadas sin interés económico. Sin embargo, muchas quedaron en el olvido o fueron ejecutadas sin reconocimiento. Su hijo lamentó que la ciudad desaprovechara la oportunidad de unir arte y urbanismo con una mirada humana.
El legado olvidado y la deuda institucional
A pesar de la magnitud de su obra, Pedro del Castillo-Olivares no ha recibido el reconocimiento que merece. Su hijo presentó un dossier solicitando su nombramiento como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria, sin respuesta de las instituciones.
Solo en su centenario, celebrado en 2022, se organizó una exposición en su honor. Desde El Rincón del Arte, el testimonio familiar se convirtió en un llamado a recuperar la memoria de quienes crearon belleza sin esperar recompensa.
Buganvilla, acuarela sobre papel 1969. Fuente: IG @pintorpedrodelcastillo
El arte de Pedro del Castillo-Olivares constituye una herencia de luz, ética y compromiso. Su vida demuestra que la creación artística puede trascender el lienzo y transformar la ciudad y a sus habitantes.
Su hijo recordó una frase que su padre apreciaba con especial significado. Decía que la verdadera patria del hombre está en la infancia. En esa idea se resume el espíritu de un creador que pintó el alma de su tierra con la emoción de un niño y la sabiduría de un visionario.
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