• Sociedad Marian Martín: «No es vicio, es un laberinto: nadie sale solo de una adicción»

      

    17/07/2025 | 06:30   |   Redacción 

    Marian Martín: «No es vicio, es un laberinto: nadie sale solo de una adicción»

    La psicóloga valenciana desmonta mitos, ilumina zonas oscuras del comportamiento adictivo y nos recuerda que la recuperación es posible con la guía adecuada.


    Por Redacción | RADIO LAS PALMAS

    En una era de hiperconexión, ansiedad crónica y normalización del consumo, la psicóloga Marian Martín ofrece una visión lúcida y compasiva sobre las adicciones. Con más de 13 años de experiencia clínica y fundadora del centro IAN de Psique en Alzira, Valencia, Martín pasó por los micrófonos de Cosmópolis (Radio Las Palmas) para abordar, junto a Héber Martín y Cristina Corsali, sin tabúes ni rodeos uno de los temas más silenciados y urgentes de nuestra sociedad. A continuación, reproducimos los pasajes más destacados de una entrevista que invita a mirar con otros ojos, y más empatía, a quienes luchan por recuperar su libertad.

    Cristina Corsali y Héber Martín, cada jueves a las 15:00 horas en Cosmópolis de Radio Las Palmas.


    ¿Qué es realmente una adicción?

    Marian, ¿cómo definirías la adicción para alguien que nunca ha tenido contacto con esta problemática?

    Yo la defino como un monstruo que lo arrasa todo y a todos. Es una enfermedad crónica, como una diabetes: no desaparece, pero puede mantenerse bajo control. Siempre explico que, cuando una persona se vuelve adicta, se le graba un interruptor en el cerebro. Puedes apagarlo, pero no se borra. Es importante entender que uno puede ser adicto sin estar consumiendo.

    ¿Y cuáles son los factores que llevan a alguien a desarrollar una adicción?

    No hay una combinación perfecta. Puedes venir de una familia estructurada, tener estudios, éxito… y caer igual. Hay personas que por personalidad —impulsividad, baja tolerancia a la frustración— tienen más riesgo, pero no existe una fórmula mágica. Hay médicos adictos, adolescentes, amas de casa. Nadie está exento.

    ¿El entorno familiar y social influye?

    Muchísimo. Por ejemplo, si normalizas el consumo de alcohol desde pequeño, lo incorporas como algo cotidiano. Pero también influyen las herramientas de afrontamiento: si no sabes gestionar emociones, poner límites o identificar lo que sientes, puedes usar el consumo para anestesiarte.

    ¿Dónde está la línea entre un hábito problemático y una adicción?

    Cuando ya no puedes parar. Si te propones no hacerlo más y no lo consigues, estamos hablando de una adicción. También cuando esa conducta empieza a dominar tu vida, afectando al estado de ánimo, al rendimiento, a las relaciones.

    La adicción también puede ser una relación que atrapa, sin cadenas visibles, pero igual de difíciles de romper.


    El papel de la familia (y los silencios que enferman)

    Hoy en día se habla mucho de adicción a la tecnología. ¿Qué señales de alerta podemos detectar en los adolescentes?

    El primer paso es mirar qué hacemos nosotros como adultos. No podemos pedirle a nuestros hijos que no estén con el móvil si nosotros no lo soltamos. Señales de alarma: cambios de humor, descenso en las notas, aislamiento, reacciones desproporcionadas cuando se les pone un límite.

    ¿Qué papel juega la familia en la recuperación?

    Es clave. Pero a veces puede ser un obstáculo. Padres o parejas que “tapan” las consecuencias de la adicción, creyendo que ayudan, en realidad refuerzan el problema. También hay codependencia emocional, donde uno de los miembros necesita que el otro esté mal para sentirse útil o válido.

    ¿Y cómo se trabaja eso en terapia?

    Con mucha psicoeducación. Primero, que entiendan cómo funciona la adicción. Luego, trabajar la culpa —sobre todo de los padres— y, por último, romper dinámicas que perpetúan la dependencia, como las mentiras piadosas o las actitudes de rescate.

    La familia puede ayudar o sin querer, sostener la adicción. Comprenderla es el primer paso para no alimentar el problema.


    Más allá de las drogas: adicciones invisibles

    ¿Las adicciones sin sustancia —como el juego, el sexo o incluso el amor— funcionan igual que las químicas?

    Sí, el sistema de recompensa del cerebro se activa del mismo modo. La dependencia emocional, por ejemplo, es una adicción al amor. Cuando alguien necesita estar con una persona tóxica para sentirse bien, cuando deja de hacer su vida por una relación, eso es una adicción.

    ¿Existe un estigma diferente según el género?

    Sin duda. A las mujeres les cuesta más reconocer que tienen una adicción y aún más pedir ayuda. Hay mucha más vergüenza. Todavía se juzga a una mujer por tomar una cerveza sola en un bar. La proporción de pacientes en mi consulta es 80 % hombres y 20 % mujeres, aunque los problemas son igual de frecuentes.

    ¿Qué opinas del consumo de alcohol o cannabis, tan normalizados hoy?

    Se ha reducido la percepción de riesgo, y eso es peligrosísimo. El alcohol puede matar en una abstinencia aguda. Y el cannabis puede provocar brotes psicóticos o detonar trastornos mentales latentes. Pero como son drogas legales, la sociedad minimiza sus efectos.

    Hay adicciones que se ocultan tras pantallas y rutinas que parecen inofensivas, pero controlan sin que lo notemos.


    ¿Cómo se cura una adicción?

    ¿Cuál es el mayor obstáculo emocional en la recuperación?

    El miedo. Miedo a no saber quién eres sin esa adicción. A muchos les cuesta visualizarse sin ese consumo porque lo han usado durante años como vía de escape. También aparece una fase que llamamos “desértica”, donde todo se percibe insulso, sin sabor. Hay que anticiparla y trabajarla en consulta.

    ¿Cómo es tu enfoque terapéutico?

    Es integrador. Trabajo cuerpo, mente y emoción. La terapia cognitivo-conductual está bien para empezar, pero se queda corta. Uso herramientas de coaching, regulación emocional, trabajo con trauma y duelos. La adicción es solo la punta del iceberg. Hay que ir al fondo.

    ¿Y si hay recaídas?

    No son un fracaso, forman parte del proceso. Lo importante es entender por qué suceden y seguir. Una recaída es una oportunidad para reforzar el aprendizaje.

    ¿Has creado un cuento sobre esta temática, cierto?

    Sí, Las mazmorras de Sapik. Es una metáfora sobre la zona de confort y la adicción. El protagonista alimenta monstruos encerrados que ya podrían haber salido. Es mi forma de contar lo difícil que es salir de algo que, aunque sabes que te hace daño, también te da seguridad.

    "Si hoy te sientes atrapad@, quiero que sepas que hay otra manera de vivir".


     

    Marian Martín no solo explica qué es una adicción: la humaniza. Desmonta los mitos, habla desde la experiencia y recuerda que, incluso en los casos más difíciles, siempre hay salida. Solo hace falta una decisión y una mano que sepa guiar el camino. Porque, como ella misma dice, “la adicción es un laberinto… pero con la ayuda adecuada, se puede encontrar la salida”.

     

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