• Sociedad Ana Lidia Fernández: «Nuestros peques no están seguros porque estén en casita si están conectados»

      

    23/06/2025 | 07:00   |   Redacción 

    Ana Lidia Fernández: «Nuestros peques no están seguros porque estén en casita si están conectados»

    La experta sobre infancia y tecnología alerta del impacto de las ciberviolencias machistas y la tercera brecha digital en menores de 6 a 12 años.


    Por Redacción | Radio Las Palmas

    La investigadora Ana Lidia Fernández, directora de la asociación Opciónate y docente en la Universidad de Deusto, ha liderado el proyecto Cyber-Resistance, una iniciativa pionera centrada en los riesgos digitales que afectan a niños y niñas en edades tempranas. En una entrevista concedida al programa La Otra Mañana, dirigido por Asunción Benítez y con la participación del periodista José Andrés Medina —colaborador y director del periódico digital Gomera Actualidad—, expuso con claridad los resultados del estudio y la urgente necesidad de educar digitalmente a la infancia desde una perspectiva crítica y con enfoque de género.

    José Andrés Medina, director del digital Gomera Actualidad  y Asunción Benítez en La Otra Mañana de Radio Las Palmas.

    La infancia absorbe sin filtros lo que ve en las pantallas


    ¿Por qué es urgente hablar de ciberacoso y machismo digital entre los 6 y los 12 años? «Porque estamos detectando que ya en esas edades la infancia está accediendo a contenidos digitales que no solo son inapropiados, sino altamente perjudiciales. Desde TikTok hasta videojuegos como GTA V, los niños y niñas están interiorizando modelos de conducta violentos, sexistas o hipersexualizados. Y lo grave es que todo eso se normaliza a través del juego y el entretenimiento. Si no actuamos a tiempo, las consecuencias son más difíciles de revertir cuando llegan a la adolescencia. Por eso hemos querido centrarnos en esta etapa concreta, porque ahí se están sembrando las creencias y los comportamientos que luego derivan en situaciones de riesgo mayores».

    ¿Qué papel juegan las familias en esta situación de exposición temprana a lo digital? «Las familias están preocupadas, sí, pero también muy desorientadas. Muchas imponen restricciones, pero sin formación ni acompañamiento emocional. En el estudio descubrimos que los menores agradecen que sus padres les pongan límites, aunque ellos mismos no tengan herramientas para autocuidarse. Pero también nos contaban que cuando van a casa de un amigo o de sus abuelos tienen 'barra libre' con los dispositivos. No basta con protegerles en casa si el entorno no acompaña. Hay que construir un criterio común, compartido, sobre lo que es adecuado a cada edad. Y esto, hoy por hoy, no existe».

    ¿Cómo afecta esta exposición a la salud mental de los menores? «Los efectos ya son visibles. Los profesionales educativos y de salud nos hablan de un aumento de casos de ansiedad, insomnio, trastornos alimenticios y, lo más preocupante, autolesiones e ideas suicidas en niños de apenas 9 o 10 años. Están siendo grabados, acosados, expuestos públicamente, y eso genera un sufrimiento profundo. Hay bullying presencial y bullying online, y en muchos casos se solapan. Algunos docentes nos decían que los lunes son especialmente duros, porque tras un fin de semana hiperconectados, los alumnos llegan agotados, irascibles, sin haber desconectado en absoluto».

    La implicación de toda la comunidad educativa es clave para frenar las violencias digitales desde la infancia.

    La escuela no puede sola ante la violencia digital


    ¿Y qué hay del sistema educativo? ¿Está respondiendo a estos desafíos? «Se está intentando, pero con muchas dificultades. Hay falta de recursos, pero también resistencia ideológica. Nos hemos encontrado con centros donde no se permite hablar de igualdad o sexualidad por presiones externas. Sin educación afectivo-sexual, sin coeducación, la infancia interpreta todo lo que ve en redes sociales sin filtros críticos. Y lo que ve son modelos patriarcales, relaciones de poder, violencia simbólica y física. Hay que entender que el entorno digital no es virtual: es real, emocionalmente real, y tiene consecuencias reales. Los colegios tienen un papel clave, pero necesitan acompañamiento institucional y la colaboración de las familias».

    ¿Las plataformas digitales no deberían tener un mayor nivel de responsabilidad? «Absolutamente. No podemos seguir permitiendo que empresas que lucran con el tiempo y la atención de la infancia operen sin ningún control. Ya hay algunos avances gracias a la presión social, pero son insuficientes. Gobiernos como el de Francia han bloqueado el acceso a webs pornográficas que no garantizan controles de edad, y eso es un ejemplo a seguir. Porque lo que se está permitiendo en la red es una vulneración sistemática de los derechos de los menores. Y si no regulamos, si no exigimos responsabilidades, lo que estamos haciendo es mirar para otro lado mientras se daña la salud física y mental de generaciones enteras».

    Una urgencia social


    Esta entrevista visibiliza una problemática ya imposible de ignorar: la digitalización sin criterios está afectando gravemente a la infancia. La exposición precoz a contenidos violentos, sexistas y sexualizados no es una excepción, sino una realidad alarmante. Las ciberviolencias y la tercera brecha digital de género reflejan desigualdades profundas del entorno online. El proyecto Cyber-Resistance no solo diagnostica, también propone soluciones: educación digital crítica, corresponsabilidad familiar y escolar, y una regulación firme de las plataformas. “Cuidemos a nuestros peques. No están seguros porque estén en casita si están conectados”, advierte Ana Lidia.

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