El archipiélago se ha convertido en una puerta de entrada para mujeres víctimas de trata, con una demanda favorecida por el turismo masivo y una prostitución cada vez más invisible.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
Canarias vive una paradoja que preocupa a especialistas en igualdad y derechos humanos. Es un destino turístico de referencia, pero esa misma condición lo convierte en uno de los territorios más vulnerables de España frente al sistema prostitucional. La llegada de 18 millones de visitantes cada año ha generado un escenario propicio para el aumento de la demanda de prostitución, una práctica que en España es alegal y que se encuentra profundamente normalizada en la sociedad.
Durante su intervención en el programa Sentirse Bien, dirigido por Alejandro Croissier, la coordinadora de las jornadas “La prostitución en la cultura”, Begoña Vera Guanche, explicó que el archipiélago presenta particularidades que lo distinguen de otras regiones. Mientras que en Cataluña proliferan los macroburdeles visibles, en Canarias la prostitución se desarrolla principalmente en pisos privados, a menudo ubicados dentro de comunidades residenciales. Esta invisibilidad dificulta tanto la detección de víctimas de trata como la labor de sensibilización ciudadana.
Puerta de entrada aérea
Uno de los factores que más influyen en esta situación es el tráfico aéreo. Muchas mujeres que acaban atrapadas en redes de explotación sexual llegan en avión, principalmente desde Colombia y Venezuela. No se trata de travesías clandestinas, sino de vuelos regulares en los que las víctimas viajan con documentación en regla. La aparente normalidad de ese desplazamiento hace mucho más difícil identificar lo que ocurre detrás de cada caso.
La presencia de mujeres sudamericanas en pisos de prostitución ha ido en aumento y este flujo está directamente relacionado con las crisis humanitarias en sus países de origen. La trata se aprovecha de esa vulnerabilidad y, una vez en Canarias, las mujeres quedan sometidas a un sistema que mezcla deudas, amenazas y explotación constante.
España se encuentra entre los tres primeros países del mundo en consumo y movimiento de prostitución. Esta circunstancia coloca a Canarias en un punto crítico dentro de una red internacional que mueve más dinero que el tráfico de drogas y de armas.
Normalización cultural
Begoña Vera recordó que cuatro de cada diez hombres en España reconocen haber pagado por sexo, lo que evidencia la magnitud de la demanda. En sus palabras, se comportan como quien acude a un partido de fútbol, sin reparar en lo que existe detrás ni en las consecuencias de ese consumo.
Esa percepción ha convertido a la prostitución en una práctica asumida y tolerada. El turismo masivo, sumado a la idea extendida de que se trata del “oficio más antiguo del mundo”, refuerza esa aceptación social. Para Vera, la afirmación correcta es que constituye la explotación y la esclavitud más antigua de la humanidad.
La invisibilidad de la prostitución en Canarias, con pisos privados en lugar de grandes locales, añade un componente de impunidad. Los vecinos pueden convivir en un mismo edificio con un espacio de explotación sexual sin llegar a saberlo, lo que multiplica la dificultad para intervenir.
Consecuencias y retos
Las mujeres que ingresan en el sistema prostitucional sufren daños físicos y psicológicos que se agravan con el tiempo. La obligación de usar esponjas durante la menstruación o el consumo constante de antiinflamatorios son parte del día a día. Incluso quienes logran abandonar la prostitución cargan con lo que Vera denomina el “prostíbulo mental”, la huella interiorizada de la comercialización del propio cuerpo.
El desafío es múltiple y pasa por reducir la demanda masculina, visibilizar la trata en Canarias y garantizar recursos para atender a las víctimas. También exige apostar por la educación afectivo sexual en las aulas. La ausencia de formación deja a los jóvenes expuestos a que la pornografía mainstream actúe como único modelo de referencia en materia de sexualidad.
Con la cercanía de las jornadas de sensibilización, la coordinadora insistió en que Canarias necesita abrir un debate amplio. No se trata únicamente de cifras sino de vidas humanas. El turismo no puede seguir siendo excusa para mirar hacia otro lado mientras miles de mujeres son explotadas en silencio.
La vulnerabilidad del archipiélago frente a la prostitución refleja una problemática global. También constituye una llamada de atención urgente para una sociedad que convive con esta realidad en sus propias calles y edificios sin apenas advertirlo.
✅ Amplía información sobre las jornadas
En directo