Durante la Guerra Fría, se instaló el llamado “teléfono rojo” entre Washington y Moscú como una vía directa para evitar malentendidos que pudieran desencadenar un conflicto nuclear. No se usaba para hablar de cualquier tema, sino solo para lo urgente, lo verdaderamente importante. En las organizaciones actuales, muchos líderes han intentado replicar ese mismo espíritu de comunicación abierta, creyendo que estar siempre disponibles para sus equipos es una muestra de compromiso y cercanía.
Sin embargo, en la práctica, esa accesibilidad constante suele generar el efecto contrario: equipos dependientes, líderes agotados y decisiones que no avanzan si no se validan desde arriba. Lo que empieza como un gesto de apoyo termina convirtiéndose en un freno para el desarrollo de la autonomía y la confianza.
Cuando los líderes se convierten en el “teléfono rojo” de sus equipos, cada llamada, cada interrupción, cada petición inmediata va minando su capacidad de concentración. Lo que podría resolverse con criterio propio se convierte en una nueva dependencia. Y con el tiempo, esa dinámica no solo reduce la eficacia, sino que afecta a la cultura de la organización: la gente deja de pensar por sí misma, y el líder, atrapado en lo urgente, pierde la visión de conjunto.
Por eso es tan importante distinguir entre estar disponible y estar permanentemente interrumpido. Un buen líder sabe poner límites sin dejar de acompañar. Sabe cuándo intervenir y cuándo dejar espacio para que el equipo explore soluciones. Y sobre todo, entiende que su papel no es resolverlo todo, sino ayudar a los demás a aprender a resolver.
Algunas organizaciones ya han empezado a cambiar este modelo. Un ejemplo sencillo es el de una empresa tecnológica que instauró una regla clara: ningún líder puede trasladar un problema a dirección sin haber trabajado antes al menos una propuesta de solución. En pocos meses, la cantidad de interrupciones bajó notablemente y las decisiones se tomaban con más criterio. Lo más interesante no fueron los resultados operativos, sino el cambio de mentalidad: la gente volvió a pensar.
Desde los departamentos de Recursos Humanos, este tema merece una reflexión profunda. Fomentar la accesibilidad sin educar en la responsabilidad genera más dependencia que confianza. Quizás el reto no sea tener el teléfono siempre disponible, sino enseñar a los equipos cuándo realmente debe sonar.
El verdadero liderazgo no consiste en estar siempre al otro lado del teléfono, sino en formar personas capaces de decidir incluso cuando ese teléfono no suena.
Por Carlos Jiménez Cabrera
Consultor en liderazgo y desarrollo de equipos
Formador y consultor especializado en el desarrollo del Liderazgo y Trabajo en Equipo. Casi 40 años de trayectoria acompañando a personas y organizaciones en procesos de cambio profundo y sostenible. He fundado y liderado más de 30 proyectos en ámbitos empresariales, sociales y deportivos, y he acompañado a más de 500 iniciativas como mentor, consultor y formador, siempre con el propósito de generar impacto real y cambios transformadores.
Autor de seis libros sobre Liderazgo y Trabajo en Equipo y comunicador con más de 20 años de trayectoria en radio.
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