El descenso de la UD Las Palmas desata una oleada de críticas hacia el presidente Miguel Ángel Ramírez y abre el debate sobre la necesidad de democratizar la propiedad del club.
En el programa del pasado lunes 19 de mayo de 2025 de Radio Las Palmas Fútbol Club, se vivió una de las emisiones más intensas y críticas de la temporada. Con la confirmación del descenso de la UD Las Palmas a Segunda División, los micrófonos se llenaron de frustración, reproches y, sobre todo, un fuerte mensaje que resuena entre la afición: la etapa de Miguel Ángel Ramírez al frente del club debe llegar a su fin.
Carlos Santana, Israel Santana y Diego de Vicente, voces habituales del programa, ofrecieron un análisis crudo y directo del cierre de temporada. Las críticas se centraron especialmente en el presidente del club, Miguel Ángel Ramírez, a quien acusaron no solo de mala gestión, sino de desentenderse del equipo en su momento más crítico. “Ni siquiera asistió al último partido en casa”, recordaron, subrayando la ausencia de un liderazgo visible en medio del naufragio deportivo.
Uno de los puntos más debatidos fue la profunda apatía mostrada tanto por el equipo como por la directiva. “Volvemos a Segunda sin alma, sin proyecto y con una afición agotada”, señaló Diego de Vicente. La falta de planificación deportiva, la escasa inversión en la plantilla, y la improvisación constante en los fichajes fueron señaladas como causas estructurales del fracaso. Los contertulios coinciden: el club no tiene rumbo y continúa repitiendo errores año tras año.
Sin embargo, más allá del análisis técnico y emocional, lo verdaderamente noticioso fue el mensaje social que se transmitió: la necesidad de un cambio profundo en la estructura de propiedad del club. Diego de Vicente propuso una medida radical: que el Cabildo de Gran Canaria adquiera el paquete accionarial mayoritario y lo revenda a la afición, democratizando el club. “Hay que quitarle el juguete a quien solo lo usa para su beneficio personal”, afirmó en tono enérgico.
Este planteamiento ha generado una ola de reacciones en redes sociales, donde muchos aficionados han comenzado a mostrar apoyo a la idea de una UD Las Palmas de los aficionados. En el programa, incluso se hizo un llamado a la afición a no renovar sus abonos como forma de protesta y presión, asegurando que “la única manera de hacer daño al poder es en el bolsillo”.
El programa no solo dio voz a sus presentadores, sino también a oyentes que expresaron su desencanto a través de mensajes y audios. Desde sospechas sobre la limpieza de los partidos hasta la mención de una “Unión Deportiva sin corazón”, el clamor general fue unánime: algo debe cambiar y ya.
A pesar de la tristeza del descenso, el programa concluyó con una dosis de esperanza: aún hay tiempo de reconstruir, pero eso solo será posible si quienes aman al club —la afición— recuperan el protagonismo perdido. Porque como bien dijo Carlos Santana: “Con nuestros corazones no se juega”.
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