El maquillador de las estrellas repasa, junto a Kiko Blanki en Arrasando, su trayectoria personal y profesional, los rechazos que lo impulsaron y cómo mantenerse fiel a sus valores lo ha convertido en un referente en el mundo de la imagen.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
Alberto Dugarte no solo transforma rostros, también energías, trayectorias y formas de estar en el mundo. Considerado uno de los maquilladores más influyentes de España, ha trabajado con figuras como Isabel Pantoja o Ana Obregón. Su historia es una lección de arte, superación y autenticidad. En su paso por el programa Arrasando, de Radio Las Palmas, dirigido por Kiko Blanki, dejó mucho más que consejos de belleza: ofreció un testimonio vital cargado de emoción, lucha y pasión por su oficio.
Nos adentramos en el universo rosa de Radio Las Palmas de la mano de Kiko Blanki, con una entrevista que descubre el alma detrás del maquillaje.
Kiko Blanki, director del programa Arrasando, en el Estudio 1 de Radio Las Palmas.
¿Cómo te consideras tú como maquillador?
Bueno, pues mira, yo no lo sé, pero la verdad es que me va bastante bien haciendo lo que amo, que es maquillar, que es transformar el alma y la energía de la gente a través del maquillaje. Y eso se me da bastante bien.
¿Cuándo te diste cuenta de que esto era más que una afición?
Cuando estudié maquillaje no tenía ni idea de que se podía vivir de esto. Estudié en Santa Cruz de Tenerife y pensaba que maquillar era solo para bodas y comuniones. Mi padre incluso me decía: “¿De qué vas a vivir maquillando?” Así que estudié moda, patronaje, peluquería… todo. Pero me lancé con el maquillaje porque era lo que me gustaba.
¿Te encontraste con críticas al principio?
Muchísimas. Recuerdo escuchar comentarios de gente cercana diciendo que maquillaba fatal, que no servía para esto. Pero yo eso lo convertí en gasolina. Siempre les digo a mis alumnos en las academias que tengo en Madrid y Córdoba que lo negativo hay que transformarlo en positivo. Lo único importante es creer en uno mismo.
¿Has sentido envidia por parte del sector?
Claro que sí. Eso está a la orden del día. Pero yo me protejo y no le doy poder. Yo voy a lo mío. Si algo no me funciona, cambio. Cuando aparecí en Madrid fue como una explosión. Todo el mundo quería ser maquillado por mí, y eso, quieras o no, genera ruido.
¿Has llegado a rechazar clientes famosos?
Sí. De hecho, te confieso que mi caché ha subido gracias a la gente con la que no quería trabajar. Si una persona me cae bien, ni pregunto cuánto pagan. Pero si no me interesa, le digo que cuesta 1.500, y si cuela, bueno, pues lo hago, pero ya menos contento. Es increíble, pero todo eso me ha ayudado a valorar mi trabajo aún más.
¿Las famosas te dejan improvisar o te condicionan mucho?
Tengo la suerte de que confían en mí al cien por cien. No suelen decirme lo que quieren, me dejan hacer. Eso sí, cada persona tiene su esencia. No se puede replicar el mismo maquillaje a todo el mundo. Maquillar a Cristiano Ronaldo no es lo mismo que maquillar a Isabel Pantoja.
¿Quién es más exigente, tú o tus clientas?
El exigente soy yo. Con la puntualidad, la limpieza, la imagen, todo. Vendo imagen, así que tengo que dar ejemplo. Lo transmito también en mis academias. Lo que más me gusta de gente como Ana Milán es que me exigen. Me aburre la gente conformista.
¿Has tenido alumnos que digas que pueden llegar a superarte?
Sí, y lo digo con orgullo. Uno de mis empleados, Juanjo, es una versión mejorada mía. Es impresionante cómo maquilla. Y casi todos los profesores y alumnos que han pasado por mis academias están trabajando en Mediaset, con artistas, de gira… Eso me llena de orgullo.
¿A quién te gustaría maquillar y aún no has tenido la oportunidad?
A Beyoncé. Para mí ella es la perfección en todo: baile, vestuario, exigencia, actitud. Me encantaría tenerla en mi silla.
¿Te ha decepcionado alguien del mundo artístico?
Sí, muchas veces. Gente en la que confié y me devolvieron con traiciones. Pero al final, todo pasa por algo. Prefiero quedarme con el aprendizaje y seguir creciendo.
¿Maquillarías a alguien con quien no compartes valores?
No. Ya lo he hecho, me he negado. No maquillo a personas que no respetan a los demás. Yo respeto a todo el mundo, sin importar sexo, edad, creencias. No consiento faltas de respeto.
¿Qué sentiste al dar el pregón del Orgullo en tu tierra?
Una felicidad inmensa. De pequeño, en Galicia, ser gay, ser maquillador, era casi una vergüenza. Me escondía. Cuando me mudé a Tenerife descubrí que podía ser quien realmente era. Volver ahora, con niños con la cara pintada con los colores del orgullo, fue muy emocionante. Siento que mi historia puede ayudar a que otros niños no pasen lo que yo pasé.
¿Sientes que lo que has conseguido ha sido fruto de la constancia?
Totalmente. Yo siempre digo que puedes subir una escalera construyendo peldaños sólidos o ir rompiéndolos según subes. Si eliges lo segundo, el día que te caigas no tendrás a qué agarrarte. Por eso yo intento construir, sumar, ayudar a los demás, y mantener lo que tengo.
Alberto Dugarte, reconocido por su talento y versatilidad, ha redefinido el arte del maquillaje en el panorama nacional.
Alberto Dugarte no es solo el maquillador de las estrellas; es el espejo de una generación que apuesta por la autenticidad, la superación y el respeto. Su historia es la de quien convirtió las críticas en motor, las negativas en impulso y el maquillaje en una herramienta de transformación profunda. En su paso por “Arrasando”, dejó claro que la belleza verdadera nace de la confianza en uno mismo, y que a veces, como él dice, “no es que el famoso te haga famoso, es que tú haces famoso al famoso”. Su brocha, más que un instrumento estético, es una declaración de principios.
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