El tiempo compartido a través del juego como herramienta educativa y familiar.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
El programa de radio Dcultura y Salud, que dirige Juan Carlos Jiménez en Radio Las Palmas, dedicó esta edición navideña a reflexionar sobre los juegos de antes y de ahora desde una perspectiva cultural, educativa y familiar. En esta ocasión, el espacio puso el foco en el juego como herramienta de convivencia, aprendizaje y transmisión de valores, con la presentación de un libro que recupera prácticas tradicionales ligadas a la infancia y al uso compartido del espacio público.

Fila superior, de izquierda a derecha: Silvia Cardona, Elsa Idoy y Juan Carlos Jiménez hijo, junto a su padre. Fila inferior: Pablo del Pino, el pequeño Javier Idoy y doña Juana Teresa Marcelo, a punto de cumplir 90 años, madre del director del programa.
El libro que invita a volver a jugar
La primera parte del programa estuvo centrada en la presentación del libro Juegos de antes y de ahora, del maestro jubilado Tomás Armas. La conversación permitió conocer el origen de la obra, su proceso de elaboración y la finalidad educativa y social que la sostiene. A continuación, las preguntas clave planteadas durante el espacio radiofónico y las respuestas ofrecidas por su autor.
¿Cómo nace la idea de recopilar los juegos de antes y de ahora?
«La idea surge cuando empiezo a trabajar en escuelas rurales y me doy cuenta de que muchos niños y niñas no conocían los juegos que yo había practicado de pequeño. Aquello me llamó mucho la atención y me planteé intentar recuperarlos. Empecé preguntando a las familias, a los abuelos, a las abuelas, y poco a poco fui recopilando todo ese saber que estaba a punto de perderse».
¿Qué tipo de juegos recoge el libro y cómo se estructuran?
«El libro reúne más de 180 juegos de calle, acompañados de rimas y canciones. Son juegos muy sencillos, que no necesitan casi material, y que se pueden practicar en cualquier sitio. La mayoría están pensados para jugar en grupo, para moverse, para relacionarse y para disfrutar sin más objetivo que jugar».
¿Cuál es el objetivo principal de esta publicación?
«Mi objetivo principal es que los niños y las niñas vuelvan a tomar las calles, o al menos los espacios compartidos. Que vuelvan a jugar al aire libre, a mirarse a la cara, a moverse y a relacionarse. El juego es una forma natural de aprender y de convivir».
¿Qué valores transmite el juego tradicional desde su punto de vista?
«El juego desarrolla el cuerpo, la inteligencia, la creatividad, la afectividad y la sociabilidad. Para mí, el juego ideal debe ser voluntario y divertido, sin premios ni castigos. Hay que jugar por el simple placer de hacerlo, mejor disfrutar que disputar y mejor compartir que competir».
¿Qué papel puede tener este libro en el ámbito educativo actual?
«El libro puede utilizarse perfectamente en Educación Física, en música y también para dinamizar los recreos. Es una herramienta para ofrecer alternativas al juego único y para fomentar una participación más variada. Muchos docentes me dicen que les ayuda a enriquecer la vida del centro».
Juegos, familia y aprendizaje compartido
A partir de la presentación del libro, el programa fue ampliando la mirada hacia el papel del juego en la familia, la escuela y la sociedad actual. Desde la experiencia docente se defendió el aprendizaje basado en juegos como una metodología eficaz para conectar con el alumnado y mejorar la convivencia en el aula. Los juegos de mesa modernos se mostraron como recursos que, bien utilizados, favorecen la participación y el aprendizaje significativo.
Una de las ideas que se repitió a lo largo del espacio radiofónico es que jugar no significa perder el tiempo. El juego permite aprender a respetar turnos, a tomar decisiones y a convivir con otras personas. En ese sentido, se subrayó que el aula puede convertirse en un espacio vivo cuando el juego se integra con intención pedagógica.
En el desarrollo del programa se abrió también una reflexión sobre la presencia de la tecnología en el ocio infantil y juvenil. Se asumió que los videojuegos forman parte del día a día de niños y jóvenes, pero se puso el acento en la necesidad de educar en su uso y en la gestión de los tiempos de pantalla. Frente a ese escenario, el juego analógico mantiene un valor difícil de sustituir, el contacto directo, la lectura emocional y la experiencia compartida.

Juegos compartidos entre amigos y en familia, desde la calle a la mesa, donde el tiempo juntos refuerza la convivencia, el aprendizaje y el disfrute común.
La dimensión familiar estuvo muy presente en el desarrollo del programa. Las experiencias personales evocaron plazas, patios y mesas donde el juego era un punto de encuentro entre generaciones. Jugar se presentó como una forma de hacer familia, de crear recuerdos y de fortalecer vínculos que perduran con el tiempo.
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