La escritora repasa su vida y obra en una entrevista íntima donde revela cómo la literatura la ha convertido en una voz esencial de la cultura canaria.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
La escritora canaria Lou Arroyo se ha consolidado como una de las voces más relevantes de la literatura insular. Poeta, novelista y promotora cultural, ha dedicado su trayectoria no solo a dar vida a sus propias historias, sino también a impulsar a otros autores en el difícil camino de la publicación. En una reciente entrevista para el programa El Rincón del Arte, emitido el pasado 31 de julio de 2025, compartió con Rogelio García y Dulce María un recorrido por su vida, sus novelas y su pasión por la escritura. La conversación dejó ver a una mujer que escribe desde las emociones, desde la memoria y desde un compromiso inquebrantable con la cultura y la igualdad.
Rogelio García, Lou Arroyo y Dulce María Facundo durante la emisión de El Rincón del Arte, el espacio cultural radiofónico que cada semana acerca a los oyentes la voz de los protagonistas de la creación artística en Canarias.
La infancia marcada por la lectura
¿Cómo nació en ti la vocación de escritora?
Desde pequeña, la lectura formaba parte de mi vida gracias a mi padre, que era un gran devorador de libros. Yo escribía cartas y relatos para amigas lejanas, y ellas me decían que podían “vivir” mis historias gracias a la forma en que las contaba. Sin embargo, nunca me había visto como escritora hasta que surgió la necesidad interior de expresar. Ese deseo me llevó a escribir mi primera novela, Mi amor se llama Lola, ambientada en un pueblo canario y con una protagonista campesina. Fue el inicio de todo.
Tu literatura combina novela, poesía y cuentos. ¿Cómo eliges el género para cada historia?
No lo elijo, me elige. La poesía nace sola, como una necesidad inmediata de desnudar el alma. La novela, en cambio, me exige investigación y paciencia, sobre todo cuando me adentro en la historia de Canarias. Y los cuentos infantiles me permiten transmitir valores y reflexiones con símbolos sencillos, accesibles tanto a niños como a adultos. Siempre intento que detrás de cada relato haya una enseñanza, algo que invite a pensar.
Historias con raíces canarias
Una de tus novelas más conocidas es ABENAURA, situada en la época de la conquista. ¿Qué te impulsó a recrear esa etapa?
La historia de Canarias me fascina y me interpela. Quería dar voz a los personajes del pueblo, a la gente sencilla que también vivió esa época y que muchas veces no aparece en los libros. Para lograrlo, investigué en museos, recorrí senderos aborígenes e intenté imaginar cómo eran nuestros bosques y nuestras costumbres. La respuesta del público fue emocionante: se sintieron parte de la historia, como si caminaran al lado de los protagonistas.
En tu obra también abordas realidades más contemporáneas y, en ocasiones, muy duras. ¿Por qué esa elección?
Porque son historias que forman parte de nuestra memoria colectiva. En Yo soy Juana, ¿y tú? por ejemplo, hablo de las mujeres que vivieron en barrios pobres, algunas marcadas por la marginación. Quise mostrar su dignidad y sus luchas, aunque fueran invisibles para muchos. También en ¡Malditos recuerdos, benditos sean! hay un trasfondo personal: lo escribí tras la muerte de mi padre, cuando encontré en su Biblia fotografías familiares y estampitas que me devolvieron recuerdos tan dolorosos como hermosos. Por eso digo: malditos porque duelen, benditos porque traen amor.
El reto de publicar y ayudar a otros
Has relatado que sufriste una experiencia amarga con una editorial. ¿Qué ocurrió?
Con mi primera novela. Durante diez años se vendió en Amazon sin que yo recibiera nada, salvo siete euros. Fue una estafa que me hizo reaccionar. A partir de entonces aprendí a maquetar, corregir y autopublicar mis libros. Hoy, además de mis obras, ayudo a otros escritores a dar forma a las suyas. He coordinado ya cinco antologías colectivas, en las que participan autores noveles y veteranos, porque creo que la cultura crece cuando compartimos.
Ese papel de mentora es muy valorado en el mundo literario canario. ¿Cómo lo vives?
Lo vivo como una responsabilidad y como un regalo. Hay personas mayores que me traen sus textos escritos a mano, y yo los ayudo a transcribirlos, a corregirlos y a publicarlos. Les enseño que cada personaje debe hablar con una voz coherente y que no todo puede quedarse en el papel: a veces hay que depurar. La antología más reciente, Lágrimas volcánicas, reunió a dieciséis autores de todas las edades y fue una experiencia muy enriquecedora.
Igualdad, libertad y nuevos proyectos
La igualdad y la libertad son constantes en tus declaraciones. ¿Cómo influyen en tu escritura?
Totalmente. Crecí viendo a mujeres que tenían que conformarse con ser esposas y madres porque no podían estudiar ni trabajar fuera. Mi propia madre me decía: “Soy inteligente, pero no pude ir a estudiar”. Yo sentí el deber de recoger esas voces y convertirlas en historias. Escribo desde la libertad, sin avergonzarme de lo que transmito, porque creo que la literatura también es un acto de justicia y de igualdad.
Además de escribir, eres una activa promotora cultural. ¿Qué proyectos te ocupan ahora?
Sigo trabajando con la asociación Acadehu, de la que soy parte directiva, organizando charlas y ferias. También presido Emprende Club, un colectivo de mujeres emprendedoras que busca abrirse más al ámbito cultural. Y, por supuesto, preparo nuevas antologías y novelas. Tengo ya un libro de relatos terminado y una novela en proceso. Para mí, los retos son una forma de vida.
Has mencionado tu interés en llevar la cultura canaria fuera del Archipiélago. ¿Qué planes tienes al respecto?
Me encantaría. Ya he participado en presentaciones en Tenerife y La Palma, y ahora quiero ampliar a Fuerteventura. Además, existe una corriente muy bonita con Sudamérica. Canarias y América Latina compartimos raíces, y sería maravilloso tender puentes culturales. Estoy abierta a toda colaboración que nos permita crecer como comunidad literaria.
Tu poesía tiene un sello muy personal. ¿Podrías compartirnos un poema breve?
Uno de mis preferidos dice: “Un día escuché el vaivén de las olas, que con su danza hipnótica me trajo el murmullo de los alisios y se alborotó mi interior. Ya no podía dejar mudo a mi corazón. Mi alma necesitaba expresar todos los sentimientos que en ella habitaban, creando el poema, haciendo que la poeta se decidiera recitar estas letras que han sido escritas en la arena.”
Una voz que inspira a nuevas generaciones
Para terminar, ¿qué consejo darías a quienes quieren escribir pero sienten miedo al juicio ajeno?
Que escriban con libertad. Que no permitan que la crítica destructiva les robe su voz. El miedo al juicio es una barrera que debemos derribar. Escribir es un acto de amor y de autenticidad, y siempre habrá alguien que se sienta tocado por tus palabras.
Rogelio García, Lou Arroyo y Dulce María Facundo comparten micrófonos en un programa donde la complicidad y la cercanía generan un ambiente tan cálido como enriquecedor para hablar de cultura.
La voz de Lou Arroyo es la de una escritora que ha hecho de la literatura su refugio y su trinchera. En su relato personal se cruzan la memoria, la defensa de la igualdad y la pasión por mantener vivas las raíces canarias. Sus obras no solo narran historias: construyen puentes entre generaciones, entre lo íntimo y lo colectivo. Su empeño en dar espacio a nuevos autores refleja su convicción de que la cultura es una tarea compartida. Como ella misma afirma, escribe porque lo siente, y en esa libertad ha encontrado la fuerza para inspirar a toda una comunidad.
✅ Lou Arroyo en las redes sociales
➡️ Instagram: @lou.arroyo.escritora
➡️ Facebook: @lou.arroyo.9
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