Humor, conciencia social y un vínculo profundo con Canarias arrasan en su entrevista.
Por Redacción | RADIO LAS PALMAS
Actor y humorista con una trayectoria marcada por el compromiso y la palabra directa, Moncho Borrajo pasó por los micrófonos de Radio Las Palmas para conversar con Kiko Blanki en el programa Arrasando. Instalado desde hace años en Canarias, Borrajo habló de su forma de entender la Navidad, de la improvisación como forma de vida, de su defensa pública frente a la homofobia y del respeto que reclama para una tierra que siente como propia. Entre anécdotas y reflexiones, dejó un retrato nítido de su mirada ética y vital.
«La Navidad es compañía y sentido común»
¿Cómo fue la experiencia de dar el pregón navideño en Marbella?
Fue un regalo porque nació desde la improvisación. Al ver al coro y al público entendí que no podía recitar un texto frío desde un atril. Preferí hablar con la gente, hacerla parte del pregón y convertirlo en un juego compartido. La música, el ritmo y la respuesta del público lo transformaron todo en una celebración viva. Esa conexión explica que saliera algo tan espontáneo. Cuando el público entra en la propuesta, la fiesta se vuelve real.
¿Qué papel juega la improvisación en tu manera de comunicar?
Es esencial. Improvisar exige escuchar y reaccionar, no imponer. Aprendí observando a artistas que convertían un error en acierto. En el escenario y en la vida ocurre lo mismo. La improvisación permite verdad y cercanía. Cuando uno se suelta, el mensaje llega limpio y la gente lo reconoce. Es una forma honesta de estar.
¿Ha cambiado tu manera de vivir la Navidad con el paso del tiempo?
En lo esencial no. Hoy la vivo con una familia elegida en Tenerife, con sencillez y afecto. Celebramos pronto, compartimos comida cercana y cuidada, sin excesos. Me arreglo porque es un día especial, pero huyo del ruido. La Navidad, para mí, tiene que ver con sentirse querido y con agradecer lo que se tiene.
«Comprar por comprar no tiene sentido»
¿Por qué te posicionas contra el consumismo navideño?
Porque no aporta nada. Regalar por obligación termina en objetos inútiles. Prefiero gastar en comida, en encuentro, en utilidad. Lo demás es ruido. Además, tenemos la responsabilidad de donar lo que no usamos en buen estado. Dar con dignidad es una lección que aprendí en casa. La Navidad también va de eso.
¿Qué importancia das a la solidaridad cotidiana?
Es clave. No hace falta grandes gestos, sino coherencia. Revisar el armario, cuidar lo que se entrega y pensar en quien lo necesita. La solidaridad no es un eslogan, es una práctica. Cuando se pierde ese cuidado, se vacía el mensaje. Lo pequeño sostiene lo grande.
«El respeto no es negociable»
Defendiste públicamente a Eduardo Casanova frente a ataques en redes. ¿Por qué lo hiciste?
Porque es una obligación cívica. La crueldad en redes no puede normalizarse. Se puede opinar sobre una obra, nunca atacar a la persona. La homofobia y el insulto dañan. He vivido momentos duros y sé lo que pesa el señalamiento. Callar te hace cómplice. Defender el respeto es un deber.
¿Cómo valoras el clima actual en las redes sociales?
Hay demasiada agresión gratuita. Gente que insulta porque sí. Falta empatía y sobra ruido. El desacuerdo es legítimo, la humillación no. Además, se usan insultos que denigran profesiones y personas. Eso empobrece el debate y nos aleja como sociedad.
Si pudieras quitar algo del año que termina, ¿qué sería?
La mala política. Hay personas valiosas, pero la gestión reciente deja mucho que desear. Falta sentido común y responsabilidad. Cuando quienes deciden no están a la altura, lo paga la ciudadanía. Eso genera desafección y cansancio.
¿Qué deseas para Canarias y para el próximo año?
Respeto por la tierra y un modelo turístico coherente. Cuidar el territorio es cuidar el futuro. También pido atención a la infancia, a la sanidad y al trabajo. Sin empleo no hay equilibrio. Canarias debe ser reconocida como archipiélago y proteger sus raíces, su folclore y su identidad frente a la uniformidad.
La conversación con Moncho Borrajo deja una idea central: vivir con coherencia. Desde la Navidad sin exceso hasta la defensa del respeto, su discurso invita a bajar el volumen y subir la conciencia. Cuidar la tierra, proteger a la infancia y dignificar el trabajo aparecen como pilares irrenunciables. Entre humor y firmeza, Borrajo recuerda que la identidad se construye con gestos diarios y que el compromiso empieza por no mirar hacia otro lado.
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