• Sucesos Carmen Serrano:

    06/04/2019 | 00:18  

    Carmen Serrano: "La serpiente del odio"

    La abogada de la Mesa de Trabajo de Jusapol Euskadi condena lo vivido este jueves en el Pleno del Parlamento Vasco respecto a los insultos de Bildu contra los policías y guardias civiles: "fue absolutamente indignante, aberrante y as ...


    Este jueves hemos vivido en el Pleno del Parlamento Vasco un día negro que nos ha hecho recordar días oscuros no tan lejanos, cuando los atentados terroristas de ETA eran portada de periódico. Este jueves hemos sido testigo en el Parlamento Vasco de cómo la serpiente del odio sigue dañando gravemente la salud democrática de nuestras instituciones y de nuestra sociedad. Este jueves hemos comprobado que la deslegitimación de la violencia como arma política sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra realidad política, y que se hace más necesario que nunca no ceder en este aciago tiempo del relato.

    Puede que la cobardía política de algunos nos haya privado del final de la organización terrorista ETA que las víctimas y la sociedad vasca y española nos merecíamos, pero no caeremos en el engaño de la mentira mil veces repetida. La esencia de ETA y su proyecto político siguen vivos, y este jueves entraron en el Parlamento Vasco con brío todos aquellos viejos demonios. Con otra piel, pero la misma serpiente y el mismo odio. El mismo dedo señalando al enemigo, convertido en objetivo. Y otra vez la violencia como forma de entender y hacer política.

    Lo vivido el jueves en el Pleno del Parlamento Vasco fue absolutamente indignante, aberrante y asqueroso. Nazkagarria, Sr. Arzuaga. Nazkagarria. Un atropello del decoro debido en sede parlamentaria, y del respeto y saber estar exigible a cualquier representante público. Una conducta inaceptable e impropia en cualquier parlamentario. Pero también, un ataque intolerante e intolerable frente a quienes no pueden ni siquiera tomar la palabra para defenderse o para mostrar su disconformidad, viéndose obligados a soportar en silencio la agresión de quien convierte su libertad de expresión en libertad para ofender, para injuriar y para señalar.

    A lo largo de todos estos años se han vivido confrontaciones y broncas duras entre parlamentarios y grupos parlamentarios en el Parlamento Vasco, pero nunca antes un parlamentario había osado dirigirse directamente a quienes acuden al Pleno en calidad de invitados para insultarlos, ofenderlos, injuriarlos y provocarlos. ¿Quién defendió ayer en el Parlamento Vasco, en un debate que pretendía hablar de violaciones de derechos humanos, los derechos de quienes, sin posibilidad de tomar la palabra de réplica, soportaron en silencio los gritos y el odio manifestado por el parlamentario de EH Bildu? Pocos. ¿Qué consecuencias le acarreará al Sr. Arzuaga el esperpento de ayer? Lamentablemente, ninguna. Para que luego nos hablen ellos de impunidad.

    Hablar de debate o de choque cuando lo que hubo fue un monólogo repleto de improperios e injurias desde el odio y con violencia es pretender confundir sobre lo realmente ocurrido, buscando justificar lo injustificable. Ayer la serpiente señaló y el odio gritó frente al silencio de quienes saben comportarse en sede parlamentaria vasca, en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo, frente a quienes su único recurso fue dar la espalda a tanta intolerancia. Sólo delante del micrófono del periodista pudieron recuperar su voz para mostrar su disconformidad frente a lo ocurrido y expresarse libremente.

    En el fondo, este jueves, en las mayores de las incoherencias, quienes tanto hablaban de víctimas y victimarios demostraron una vez más que nunca dejaron de ser lobo, y que siguen creyéndose con la autoridad y la capacidad, en la mayor de las impunidades, de señalar quiénes tenemos derecho de estar, y quiénes debemos desaparecer porque molestamos. Ellos, los paladines de los derechos humanos, los mismos que siguen sin condenar los más de cincuenta años de terrorismo de ETA, sus asesinatos, sus vulneraciones de derechos humanos, sus torturas, su legado de muerte y sufrimiento. Ellos, que viajan a Estrasburgo reivindicando su derecho a un juicio justo, mientras niegan el derecho a la tutela judicial efectiva y presunción de inocencia de quienes no son de los suyos. Ellos; los de siempre.

    Por eso, este jueves, frente al dedo acusador del odio, comprendí perfectamente lo difícil que es ser guardia civil en municipios como Alsasua, y las graves consecuencias que pueden derivarse de la perversa utilización de una mala ley, auténtico despropósito jurídico porque no responde a criterios jurídicos sino a criterios de oportunidad política. A la vista de las afirmaciones realizadas ayer en sede parlamentaria, la Comisión de Valoración no lo va a tener muy difícil en sus conclusiones. Y los temores de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son totalmente fundados. No se pretende reparar vulneraciones de derechos humanos. Para algunos, comienza una auténtica caza de brujas, una campaña de descrédito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como referente del Estado Español. Dedos señaladores que convertirán denuncias en crónicas de una sentencia anunciada, sin derecho de defensa ni garantía alguna. Porque no importarán las víctimas, sino los objetivos políticos que existen de trasfondo a la Ley Vasca de Abusos Policiales. No hay mayor ejemplo de la indefensión e inseguridad que se derivará de esta barbarie jurídica que lo ocurrido ayer. Considerando provocación la mera presencia en sede parlamentaria de quienes, a entender del entorno abertzale, no tiene derecho a estar. Acusando de insultos y gestos inexistentes, que las imágenes demuestran que no existieron. Porque la única ofensa era estar.

    Ante los hechos ocurridos de ayer, sólo cabe el rechazo y la condena. Nunca más manos blancas. Sin olvidar el agradecimiento a quienes siempre estáis, aunque no sea fácil. Siempre gracias

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