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    20/05/2024 | 14:00   |   Redacción 

    Quiero que se vayan

    Diego de Vicente (colaborador de Radio Las Palmas FC) redacta un artículo de opinión acerca de lo que ha sido y puede ser el futuro de la actual UD Las Palmas tras conocerse la permanencia matemática del equipo en Primera División.


    Hubo un tiempo que a la UD Las Palmas le daba el sol de frente, en la mismísima cara mientras los alcaravanes realizaban sus vuelos rasantes alrededor del Insular. Hubo un tiempo, ya lejano, que la entidad amarilla, surgida del amor desinteresado de cinco clubes capitalinos, tuvo hechuras de equipo elegante y señorial. Su tronío y abolengo atravesó fronteras y surcó mares. La cohabitación con la historia fue idílica. Los dirigentes isleños tenían esencia y presencia, jamás ausencia. Grandes e ilustres personajes insulares conformaron, a través del tiempo, las diferentes directivas que capitanearon la nave amarilla.

    A los éxitos y la estabilidad les relevó la inestabilidad, los fracasos y la conversión en Sociedad Anónima Deportiva (SAD). El club perdió su halo poético, su vena romántica y se dejó cubicar por el pragmatismo y la cruda y descarnada realidad; y con ellos llegó, aterrizó la simpleza y la oquedad presidencial. Mi primera imagen de él, la que siempre recuerdo, es ejerciendo de chofer y escolta de Ángel Luis Tadeo Tejera. Sobran más comentarios, “quién nunca fue, jamás lo será”, decían los Clásicos. Dentro de este club, en los laberínticos intestinos que lo conforman, existen personas que por más que se ornamenten con las más preciadas vestimentas y alhajas NUNCA, y digo NUNCA dejarán de exudar ese tufillo maloliente y casi vomitivo que los delata, que los señala, que los define a sangre y fuego.  La clase no se compra, o se tiene o no se tiene. Tan fácil, tan difícil.

    Los egregios, los conspicuos, los que reúnen en los exquisitos y selectos cenáculos isleños los llaman, con clase y sin alzar la voz: “mediocres”. Siempre tendrán las puertas cerradas, nunca verán en las mesas un cubierto para ellos, ni tan siquiera podrán acceder a la mesa del servicio. Jamás el valor pecuniario de lo que tienen significó algo; no valió nada, menos que nada. Morirán en el intento, que por repetitivo terminará siendo cansino. Es el recurrente gesto del vencido, del que no tiene aval para ser señero. Los unos por excesivos y horteras; y los otros por pusilánimes y malas sobras.

    Quiero que se vayan los nuevos profetas, los iletrados, los amorales, esos que se vanaglorian de todo aquello de lo que más carecen. Éstos, los nuevos Ilimunatis adolecen de clase, de inteligencia, de saber estar, de don de gentes; y sobre todo y por encima de todo están faltos de bonhomía, de grandeza humana y por ende espiritual y carnal. Quiero que se vayan, hoy mejor que mañana, los jinetes del apocalipsis, los judaicos, los zelotes de sonrisa forjada y mefistofélica; esos que portan pendones donde grabado con hilo dorado resaltan las palabras: ENVIDIA, RENCOR, MALDAD, SOBERBIA¡,Ay si os vieran los claretianos padres Argimiro, Emeterio y Domínguez! Quiero que se vayan, que lo dejen, que se echen a un costado, que inicien el ya merecido y bien ganado camino del destierro. Éstos nunca atravesarán el Rubicón, y no lo harán porque no saben por dónde se llega a él.

    Deseo, anhelo que mi equipo, que mi club, ese que amo, con enfermiza pasión, desde mi más tierna infancia, pasé a manos de la razón, del señorío, a manos de la mesura, el orden y la calma. No quiero histrionismos, ni falsedades, ni maldades encubiertas y a rostro cubierto. No quiero advenedizos blandiendo dagas, ni mediocres hablándome de todo aquello que ellos, más que nadie, necesitan saber, conocer y por extensión entender.

    Quiero que se vayan aquellos que han creído, erróneamente, que la entidad de Pio XII es la decimosexta propiedad que han comprado. Este Club es de todos y no es de nadie. Es el verso libre que ningún poeta culterano supo medir, este Club es la llama que alimenta nuestras más hermosas quimeras, es el epitome de nuestros sueños más húmedos y lujuriosos; la UD Las Palmas es mujer, también hombre y por supuesto niño. Es el compendio de nuestros desafíos y retos, es el titán atlántico hecho lava, magma, volcán. Es el Garoe caudaloso y vital que sacia nuestras carencias y querencias.

    Por todo ello quiero que se vayan esos que en la actualidad rigen los designios del club amarillo con melancolía y enfermiza tristeza. Directivos vacuos. Hace tiempo que en Fondos de Segura se perdió la ética y la estética. Ya no me callo, ya no. Sé que a partir de ahora pasaré a ser un personaje Badauleriano, un personaje maldito y que el tribunal correccional de la entidad me excomulgará vía Bula presidencial.

    ¿Pero saben ustedes una cosa?, ellos pasarán, el Club permanecerá. ¡Arriba d’ellos!

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